jueves, 12 de julio de 2012

Conga y la crítica al conocimiento


A raíz de algunos comentarios periodísticos indicando la demostración científica de que Conga va, he regresado a un pequeño ensayo que realicé en el marco de un curso de Teoría del Conocimiento – curso virtual de la Universidad de Oxford (http://www.conted.ox.ac.uk/index.php). En general, en ese ensayo cuestiono la excesiva confianza que damos al conocimiento como expresión de la verdad y como fuente de resolución de nuestros problemas, cuando más bien, el conocimiento científico nos debe ayudar a construir las soluciones que han sido previamente evaluadas. Es el eterno problema de los fines y los medios: yo sostengo que el conocimiento científico no puede establecer los fines que debemos perseguir, sino son medios para lograrlos. Los expertos que entregaron el informe de Conga, por ejemplo, bien dejaron ver que si se decide políticamente (no científicamente) la consecución del proyecto, científicamente existen mejoras que se pueden realizar al proyecto inicialmente formulado. Este punto me parece fundamental para poder llevar adelante un diálogo.

El segundo punto, para los que estamos del lado científico, es darnos cuenta que el conocimiento científico no es “La Verdad”, y es importante que así sea entendido, pues de otra forma no hay espacio para la innovación, la revisión y la corrección de los errores. El conocimiento científico es la mejor respuesta que tenemos hasta el momento a los fenómenos que se nos presentan. Es bajo este enfoque que realicé el ensayo que denominé “Crítica al conocimiento” (un poco Kantiano el título, tengo que reconocer) del cual extraigo unas ideas:

Todos los días usamos la frase “Yo sé” y reconocemos que es diferente a decir “Yo creo”. Cuando afirmamos saber, estamos haciendo énfasis que aquello que decimos es más que una simple opinión o creencia. Pero, ¿qué es eso adicional? 
Vivimos en una sociedad donde el conocimiento se encuentra en todas partes. Por ejemplo, es común leer en periódicos y redes sociales acerca de descubrimientos científicos. En ese sentido, intentar cuestionar si es posible o no conocer, me parece un ejercicio inútil. Soy de la opinión que es más significativo explorar los límites de nuestro conocimiento: hacer una crítica del conocimiento. 
El conocimiento se suele definir como una creencia verdadera la cual es el resultado de un proceso epistemológico. En ese sentido, la suerte pareciera no ser una fuente de conocimiento. El agente debe poseer virtudes epistemológicas para lograr conocimiento. Este punto puede ser cuestionable, de hecho yo tengo objeciones a este respecto, pero creo que lo más problemático de la definición es el concepto de verdad que involucra la definición. 
Si entendemos que el ser humano es un ser falible, ¿cómo es posible que logre y confié que pueda llegar a una verdad? Hay muchos ejemplos en la historia que ejemplifican que aquello que era pensado como verdadero, con el paso del tiempo fue revelado como falso, y sufrió un ajuste o fue dejado de lado. Yo pienso por ello que es necesario tener un concepto de conocimiento que considere la posibilidad que cada elemento afirmado como conocido pueda demostrarse incorrecto, y que cuando ello ocurra, puede y debe ser ajustado. 
Una teoría de conocimiento así planteada puede ser criticada como inestable, y creo que es correcto, pero nos hace conscientes de nuestras reales posibilidades, y sobre todo, de la posibilidad de estar equivocado, lo cual nos impulsaría a buscar en todo momento mejores respuestas a las que actualmente poseemos.

Decir que científicamente se ha demostrado que “Conga va”, me recuerda la frase de Hannah Arendt: “la banalidad del mal”. Que la ciencia diga cuál es la mejor manera de llevar adelante el proyecto Conga no quiere decir que el proyecto Conga sea bueno. No es el campo de la ciencia que hay que buscar esa respuesta.

Mis dibujos


) que ha puesto mi hermano (cinco años mayor que yo – lo pongo solo como referencia) respecto a los dibujos animados de su infancia.

De los comentados por él, sin duda Don gato y su pandilla y Los Picapiedra son los que también me traen a la mente las horas frente a la televisión en blanco y negro en una salita denominada “sala de ver televisión” especialmente acondicionada en mi casa de Las Palmeras. Dicho sea de paso, esa era probablemente la habitación más trajinada de la casa. A pesar de contar con un comedor, preferíamos desayunar, almorzar y comer frente a esa caja mágica medios inclinados sobre una mesita redonda de no más de 50 centímetros de altura, donde a las justas cabían los platos.

Regresando a los dibujos, con mi hermano también compartimos personajes como Silvestre & Piolín y la Abuelita, y El Pato Lucas. El que menos gracia me hacía, a diferencia de mi hermano, era el Coyote y el Correcaminos. Esa persecución interminable del Coyote, personajes mudos o casi mudos (el único personaje que pronunciaba “palabra” era el correcaminos con su “bic-bic”), y la torpeza exasperante del Coyote no lograban engancharme con la serie. Otro personaje significativo de esa categoría no nombrado era “El pájaro loco” de Walter Lantz.

Para mí, el dibujo de mayor recordación es Fantasmagórico. No fue un dibujo muy conocido en América Latina. De la información de Wikipedia (http://es.wikipedia.org/wiki/Fantasmag%C3%B3rico_(anime)) se deduce que esta serie de  dibujos animados japonesa no se transmitió en países como Brasil, Argentina, Chile, Ecuador ni Colombia. Para los que no recuerdan el pedido de ayuda de Mary: “Fantasmagórico por favor ayúdame”, la risa del superhéroe, y a Zeeeerooooooo, les paso el siguiente link:



Otro dibujo de esa época interesante era el Hombre Par. El personaje principal era un estudiante que sacaba de su armario un muñeco que tomaba su lugar, mientras iba a resolver casos diversos. Viendo el link adjunto, recién me acordé que tenía un compañero, un Robin llamado “número 2”.


¿Y los seres del espacio? Una conejita, un patito y un caballo que tenían una misión y se trasportaban en una llanta. No he podido encontrarlos en español, pero aquí está en link de cómo iniciaba y terminaba la serie en inglés. No se pierdan el 1:20 minuto, cuando aparece la famosa llanta.



Y para quien quiera ver el primer capítulo de la serie (está en japonés y con subtítulos en inglés), les paso el siguiente link:



Otro dibujo animado infaltable en las mañanas era Meteoro y su fabuloso Mach 5. Para mi generación, no necesita presentación.



Hasta donde recuerdo, el último dibujo animado que vi fue en la década de los 80. Con la aparición de Calabozos y Dragones comencé a perder interés por los nuevos dibujos, pero la excepción fue La ballena Josefina. Muchas personas que les he comentado de este dibujo no lo recuerdan. La Ballena Josefina era un personaje imaginario de un niño que comienza a crecer. En el último capítulo, el personaje se despide de su ballena, pues es tiempo de seguir camino a la adultez. Al buscar información me doy con la sorpresa que esta serie japonesa está basada en el libro “Adiós, Josefina” de un autor español llamado José María Sánchez Silva (Fuente: Wikipedia).



Al hacer el recuento y haber omitido varios importantes dibujos y personajes como Sombrita, Scooby Doo o la serie Marco, me doy cuenta de la gran presencia de los Anime – dibujos japoneses. Finalmente, debo decir que yo retorné a ver dibujos debido a mi hija, eso fue a fines de la década de los 90 e inicios de siglo. Los primeros dibujos en esa segunda etapa fueron Rugrats en pañales y los famosísimos Pokemón.